A Star Is Born, una película para este año y los tiempos por venir

Estreno: A Star Is Born, ¡ya en cines!
Director: Bradley Cooper
Actúan: Boyd Holbrook, Jacob Tremlay, Keegan-Michael Key, Olivia Munn, Sterling K. Brown, Alfie Allen

⭐⭐⭐⭐⭐

Sinopsis

Bradley Cooper es Jackson Maine, una despresurada estrella de country que conoce y se enamora de Ally, una mesera que quiere ser cantante (Lady Gaga). Conforme su romance avanza, la estrella de ella asciende con la ayuda de él, mientras que la de él se hunde. ¿Podrá salvar a Maine su amor, o se hundirán ambos bajo el peso de su dolor emocional y su adicción?

El infierno del desarrollo está plagado de víctimas, y durante un tiempo pareció que A Star Is Born se uniría a la pila de cadáveres, con varios directores, actores y cantantes grandes ligados al proyecto a lo largo de la última década.

Esta no es —no era— una película que se debía tomar a la ligera, presentando un peso muy específico a partir de una historia muy particular para quien pudiera jalarlo hasta la meta. Se trata de la cuarta A Star Is Born que llega al mundo. La versión de 1954 de George Cukor, estelarizada por Judy Garland, ofreció el mayor impacto emocional, y la versión de 2018 comparte mucho con esa y le da vida a dos personalidades que no parecen una pareja obvia: Bradley Cooper y Lady Gaga.

Cuando nosotros y ella conocemos a la estrella Jackson Maine (Cooper), quien todavía llena estadios pero que evidentemente ya no está en la cumbre de su carrera, está inflado, pálido, bofo y con ojos que evidencian que es un alcohólico apenas funcional. En muchos sentidos fundamentales, Cooper está irreconocible como el actor que conocemos. Y nunca tanto como cuando habla por primera vez: su voz es un par de octavas más baja de lo normal.

De inmediato queda cautivado por Ally (Lady Gaga), al igual que nosotros, cuando la ve por primera vez en un bar drag interpretando La Vie En Rose con cabello teñido de negro y unas cejas súper arqueadas. Hasta aquí, Gaga. Y es esta la cuestión central: ¿puede ella, en su primera película, interpretar a una chica normal, insegura, pero en el fondo segura de su talento, y que se repite constantemente los comentarios de los tipos de la industria —“te oyes bien pero no te ves tan bien”—? ¿Puede siquiera recordar a esa chica?

La respuesta es sí. Su interpretación es cautivadora y tan bien lograda que quizá se basa en su propio ascenso. Le da una ligereza y naturalidad que está alejada de su persona pública, una mezcla exquisita de incredulidad, cinismo, esperanza y vulnerabilidad. Bajo su bravuconería y valentía se encuentran las marcas de rechazos y desilusiones previas mientras su mundo cambia radicalmente.

Pero también hay momentos donde la teatricalidad se impone, como cuando se la ve tan cómoda frente a una gran multitud que Ally es eliminada y Lady Gaga toma su lugar: el encanto se rompe momentáneamente. Aparte de esto, las escenas en vivo son electrizantes —son de las interpretaciones en vivo más creíbles, auténticas y dinámicas del cine—. Un gran triunfo tanto para la interpretación como para la realización. Aunque Gaga y Cooper realizan casi todo el trabajo pesado, se le debe dar crédito al trabajo de edición de Jay Cassidy (Silver Linings Playbook, American Hustle).

Por otra parte, está claro que la ‘estrella’ del título es sin duda Lady Gaga, pero la estrella del filme es sin duda Bradley Cooper. Es impresionante como un hombre destrozado por traumas emocionales de toda la vida —la muerte de su madre, la adicción de su padre y el zumbido debilitante que sufre en los oídos desde que nació—, un dolor evidente que se muestra en sus ojos, metido en la base del cuello cuando se inclina para ponerse su sombrero vaquero.

Ally no está preparada para lidiar con su manera de beber y el dolor que encubre (“¿No crees que bebe demasiado?”, le pregunta su hermano Bobby, un fenomenal Sam Elliot, mientras lleva a un inconsciente Jackson a la cama. “Querido, no tienes idea”). Pero lo que está claro es que Ally es lo más esperanzador que le ha sucedido en años, y la verdadera tragedia se encuentra entre el nacimiento de esa esperanza y su lenta muerte conforme su carrera lo jala de nuevo al fondo de la botella mientras que la de Ally la planta en los espectaculares de Los Ángeles.

Tonalmente, hay algunos tropezones. Rez (Rafi Gavron), el mánager de Ally se siente incómodamente cercano a un villano de pantomima (con todo y su acento británico): moldeándola en una artista que deja de lado su integridad por los éxitos y susurrando maliciosamente en el oído de Jackson. Una presentación en Saturday Night Life y una escena en los Grammys son intrusiones brillantes de la realidad moderna en una película que se siente retro en sentimiento y se beneficia de su paleta visual. Pero son tropezones menores.

A Star Is Born puede ser un remake y haber tenido un nacimiento complicado, pero Cooper y Lady Gaga hacen que se siente fresca, actual y llena de alma. Una película para este año y los tiempos por venir. Y cuando suelta el golpe emocional del final, te dejará saboreando la originalidad y corazón que muestra.

Veredicto

Un impresionante debut de Bradley Cooper como director, quien transforma una interpretación parteaguas en su carrera junto a una prometedora Lady Gaga. Un remake que captura el tono y espíritu de películas previas, A Star Is Born brilla en su camino auténtico y emocional propios.

Por Terri White